domingo, 17 de noviembre de 2013

Últimos en dinero, primeros en corazón... ¡y en la clasificación! Una pasión difícil de explicar.


No voy a ponerme a explicar toda la historia de cómo descubrí al Unión Club Ceares porque es larga, no creo que le interese a nadie y ahora mismo carece de total importancia. El caso es que el club está ahí, jugando en la Tercera División asturiana (qué cosas, la voracidad patrocinadora del BBVA no ha llegado hasta estas ligas....) y yo vivo en Madrid, de cuyo fútbol base sé entre muy poco y absolutamente nada; sin embargo, puedo decir ahora mismo de carrerilla que el Ceares está líder con 31 puntos, el Paviano y el Langreo van segundo y tercero respectivamente con 29 y el Lealtad ocupa la cuarta plaza con 28. ¿Cómo se explica que un tío que vive a 467 kilómetros de Xixón flipe con un equipo de un barrio con el que no tiene ningún otro tipo de vínculo?
Siempre he sido muy de meterme a defender causas perdidas y, cuando descubrí al Ceares y me empecé a interesar por su modelo de gestión, la sombra del descenso rondaba La Cruz fin de semana sí y fin de semana también. Lo cierto es que la cosa pintaba francamente mal (y tener que seguir a un equipo única y exclusivamente por su cuenta de Twitter no ayuda precisamente a templar los nervios, más bien lo magnifica todo para bien y para mal) pero había un grito de guerra que atronaba en mi cabeza: KEEPING THE FAITH. Me sorprendía ver por las redes sociales cómo los aficionados se agarraban a ese lema como a un clavo ardiendo y lo repetían hasta la saciedad. Si ya me había picado el gusanillo, viendo aquello se me gripó el corazón y me enamoré del todo. Y entonces llegó la penúltima jornada, en casa contra el filial del Oviedo, se ganó 3-0 y por primera vez en mi vida celebré goles en el trabajo leyendo en el móvil como si estuviese en el campo de fútbol. Mis compañeros de curro me miraban como al enfermo mental que probablemente sea mientras yo deliraba celebrando que un equipo al que a priori no me une absolutamente nada iba a mantener la categoría. Y si yo estaba así, el aspecto que tenía la grada de La Cruz ese día era un escándalo. Desde entonces lo que iba a ser una simple parada turística si alguna vez subía a Asturies se convirtió en una obsesión, hasta el punto de que subí exclusivamente a ver al Ceares y no a hacer turismo.
La Cruz me enamoró por todo, empezando porque la propia ciudad de Xixón me pareció preciosa y siguiendo por cómo se portó la gente de allí (y eso que dejé un pufo en la Cafetería Dipos que aún me duele recordar, que pienso ir a pagar en persona y que explica, entre otros motivos, por qué estoy dejando de beber). Pero sobre todo me enamoró la grada, esa grada.

En la grada de La Cruz, perfectamente ubicada al calor de La Cantina y al lado de los meixaerus (por cierto, los meaderos mejor ubicados que he visto jamás en un campo de fútbol, ¡se ve de puta madre mientras desahogas!), siempre hay fiesta. No se para NUNCA de animar, las sonrisas son permanentes, la cerveza vuela (en ocasiones literalmente), el ambiente es espectacular, los desconocidos te abrazan cuando marcan los locales, no se insulta ni al árbitro ni al equipo visitante (de hecho se muestra un respecto que ya quisiera ver yo en otras categorías...) y tocar el propio césped durante el partido es tan sencillo que me resultó inevitable hacerlo. En La Cruz se respira fútbol por los cuatro costados, un fútbol muy lejano de lo que vivido nunca en mis visitas al Calderón, al Campo de Fútbol de Vallecas o a cualquier otro ESTADIO (porque digan lo que digan La Cruz para mí no es un campo, es un ESTADIO en toda regla). En La Cruz entendí todo lo bonito que tiene el balompié, lo divertido que es el fútbol cuando es cercano. Lo que mola que el fútbol sea de los aficionados y se haga para ellos. Y eso no se compra con dinero.
La Cantina es un garito MUY DE PUTA MADRE.
El Ceares es un club bastante rico, tanto que sólo pueden jugar con luz natural porque no hay dinero para encender luces, tanto que las instalaciones para la cantera (¡y qué cantera! ¡qué compromiso!) las han levantado los aficionados con sus propias mano, tanto que no tiene un puto duro pero hoy se ha puesto líder de su categoría remontando fuera de casa. Así de rico es el Ceares.
El Ceares es la prueba irrefutable del tan manido "sí se puede". Se puede disfrutar del fútbol sin millonadas de por medio y sin favores (más bien con muchas trabas) de las instituciones. El Ceares es un modelo de gestión que ha pasado de estar al borde del descenso a quedarse a las puertas de la FedCup y, este año, esta misma tarde, a hacer historia poniéndose líder.
Es un lujo y un placer poder ir presumiendo por ahí: "yo soy del Ceares". Aunque me pille a más de cuatrocientos kilómetros de mi casa y aunque tenga que seguir los partidos por Twitter. Es una pasión difícil de explicar, pero es una pasión preciosa.
Keep the faith. Este año lo petamos.
Gracias.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Por qué me emociona el fútbol. La historia de José García.

He debido ver este vídeo más de veinte o treinta veces y siempre he flipado con el crío y cómo representa perfectamente lo que es sentir unos colores desde que eres bien mocoso.

                        

Precisamente por eso, me encanta ver ahora este otro vídeo una y otra vez. No solo apunta maneras de buen futbolista el chaval sino que emociona ver a un futbolista de Liga BBVA Primera División tan entregado a unos colores que no sean los de los billetes de quinientos.

       


Supongo que habrá más historias como la suya, que la de José García no puede ser la única que hable de cómo pasar de la pasión de la grada a defender tu escudo sobre el césped. O al menos eso quiero pensar. En un fútbol en el que hasta los infantiles se traspasan de una cantera a otra la fidelidad es un valor a la baja y por estas cosas me emociona el fútbol, por historias como la de José García.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Volver.

Hace ya muchos años que decidí que no volvería al Calderón hasta que la actual directiva (que se hizo con el Club de manera fraudulenta) no devolviese el mismo a sus socios y, de pronto, aquí me veo hoy, con la entrada en el bolsillo y a punto de salir de casa para hacer la previa con los colegas. Y entonces me doy cuenta de que nada ha cambiado.
La sensación es exactamente la misma que cuando era abonado solo que ahora soy más de diez años más viejo: llevo nervioso desde la primera vez que le he dicho a mi chica en voz alta "hoy voy al Calderón", tengo ya preparada toda la ropa y la parafernalia (cuatro bufandas, una camiseta de manga larga y una bandera todo ello, obviamente, del Atleti), la camiseta rojiblanca que me acompaña hoy (temporada 12/13, dorsal número 19, Diego Costa) pulcramente doblada encima de la mesa del salón, dos paquetes de tabaco, dinero para cervezas (no mucho, porque quiero ver el partido, no engancharme una tajada), las gafas de sol y un gorro porque en el Calderón siempre refresca.
Y el corazón totalmente desbocado.
No son los nervios de antaño ("nos van a meter siete", "el equipo no juega un pimiento", "falta Hasselbaink/Salva/Torres/Kun o Forlán/Falcao"... ese tipo de cosas), son nervios de ilusión, de ganas de disfrutar de un buen partido, de sensaciones encontradas, de un montón de recuerdos tras tantos años de abonado. Esos nervios que me provocan el haber visto ya por la calle gente con las camisetas, ese ambiente previo futbolero... Es una sensación muy agradable, pero creo que rozo el infarto y me dijo el médico que evitase situaciones de estrés. "¿Qué pretende oiga? ¡Soy del Atleti!", tuve que contestarle.
En fin, que me he clavado tres cigarros escribiendo esto y aún tengo que hacer el ritual de vestirme de rojo y blanco antes de salir de casa. Que me voy al Manzanares, al Estadio Vicente Calderón donde acuden a millares los que gustan del fútbol de emoción. Solo que ahora la emoción es saber cuántos goles vamos a meter y no cuántos vamos a encajar.
Cómo cambian los tiempos, Venancio.

martes, 1 de octubre de 2013

En Simeone confío.

"No tempo por las molestias de Godín y Courtois, estos muchachos irían al frente con cucharillas de plástico".

(Lo ha dicho Germán el Mono Burgos poco antes de empezar el partido.)



El Atleti lo ha vuelto a hacer. En otro de esos días para olvidar en lo personal ha aparecido el Cholo Simeone para tirar de mi carro (que no, no me lo robaron) y sacarme del ostracismo, el aburrimiento y la tristeza.
A estas alturas aún me duele la garganta de celebrar el gol de Arda y no paro de acordarme insistentemente en mi gurú espiritual y en esa biblia que es para mí Fiebre en las gradas. ¿Es posible que si al Atleti le va bien, a mí me vaya bien? ¿Es posible lo contrario? ¿Es normal que un día que ha ido de culo desde bien temprano haya terminado medio bien igual que el puñetero partido? ¿Está todo relacionado? ¿Hasta cuándo va a durar esto?
Yo quería desengancharme del Atleti, de verdad. La salida de Falcao, lo poco que me han gustado los refuerzos y los chanchullos de Cerezo y sus áticos estaban a punto de colmar el vaso de mi paciencia. Y entonces apareció otra vez el argentino vestido de negro, engominado hacia atrás (creo que Simeone es el único tipo en el mundo capaz de peinarse así y caerme simpático) repitiendo ese mantra del 'partido a partido' ("día a día" me digo yo por las mañanas mientras me tomo un café barato y miro los números rojos de mi cuenta corriente) para cogerme de la mano y auparme otro poquito. El sábado vencimos a los vecinos en su casa, hoy al Oporto también fuera. No sé cuánto va a durar esto, pero últimamente solo me llevo alegrías cuando me arrimo al escudo rojiblanco.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Comunicado de Brigadas Amarillas sobre la sanción a Bukaneros.

"La Ley del Deporte vuelve a cargar contra los aficionados y lo hace quitándose la máscara de Ley contra la Violencia y el Racismo en el Deporte y mostrando a la luz su verdadera cara de ley con afán recaudatorio, aunque para ello tenga que robar a quien menos tiene buscándose las escusas menos elaboradas que se puedan llegar a pensar.

En un reciente comunicado deseábamos que ninguna afición rival que visitase nuestro estadio se viese envuelta en situaciones desmedidas por parte de los miembros del cuerpo de seguridad que se encuentran en el mismo o en sus alrededores. Esta vez la multa ha recaído sobre quienes realizaron un cubregradas que celebraba 20 años de hermandad entre dos grupos que, con el paso del tiempo, ha traspasado a las dos aficiones. Un auténtico regalo que no solo no es violento, ni racista, ni xenófobo sino que además sirve como la máxima expresión de la amistad y la fiesta del fútbol, algo que se presupone como la meta a alcanzar por la Comisión Estatal contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte.

La razón según la cual multan a 17 personas y al propio Club es que no se comunicó la existencia del cubregradas a la policía, siendo perjudicial para la seguridad del resto de aficionados y del propio estadio. Cada multa es de 6000 euros, que bien puede arruinarle la vida a más de uno, por el simple hecho de dar colorido a la grada y festejar el buen ambiente que se respiraba en el Estadio Carranza.

Por ello, Brigadas Amarillas exige la retirada de estas injustas multas tanto a las 17 personas sancionadas como al Cádiz C.F.

En Cádiz, a 12 de septiembre de 2013.

Brigadas Amarillas.
"


La entrada original puede leerse aquí y, para hacerse una idea de lo absurdo de esta situación podéis pinchar aquí.

lunes, 22 de julio de 2013

El fútbol, las mujeres y yo. Ficción autobiográfica.

“Me enamoré del futbol tal como más adelante me iba a enamorar de las mujeres: de repente, sin explicación, sin hacer ejercicio de mis facultades críticas, sin ponerme a pensar para nada en el dolor y los sobresaltos que la experiencia traería consigo”.

(Lo dijo Nick Hornby en Fiebre en las gradas (Fever Pitch, 1992).)


Cada vez me sorprende más a mí mismo mi relación con el fútbol (yo, mi, me, conmigo... onanismo bloggero). Cada vez sigo a más equipos, cada vez más información, equipos más pequeños, más remotos. Cada vez más difícil mantenerse informado. Cada vez más lejos del Atleti y, a pesar de todo...
El Atleti es como es primera novia que no consigues sacarte de la cabeza. Me daba más disgustos que alegrías, me hizo llorar muchísimo, le caía fatal a sus padres y a sus amigos y me engañó con todo lo que se cruzó en su camino, pero... Pero. Ay. No puedes dejar de ver cómo le va y lo cierto es que el sexo con ella es cojonudo. Así que aunque a veces digas que no, en el fondo es como si aún fueseis pareja. Imposible pasar página.
Pero no nos engañemos. A mí lo que me gusta es divertirme, sentirme cómodo y luchar por algo en esta vida, así que un día descubres a una chica alemana guapísima, de Hamburgo. Te apañas regular con el idioma y la relación es básicamente por Internet, aunque tienes un montón de recuerdos suyos porque la tipa diseña de la hostia. Veo los partidos del St. Pauli siempre que puedo (los horarios de la Bundesliga 2 son, generalmente, incompatibles con mi trabajo) gracias a Internet. Ir a ver un partido en el Millerntor es uno de mis sueños incumplidos. Sueño que cumplió, precisamente, otra chica con la que estuve liado mucho tiempo y de la que estaba bastante pillado. Con otro tío, claro. Después de meses planeando irnos juntos. Y sí, es uno de los motivos por los que me he distanciado del St. Pauli un poco. Tampoco mucho.
Lo cierto es que el puerto de Hamburgo está muy lejos de Madrid, no nos engañemos. No obstante, y por mucho que haya gente empeñada en negarlo, Madrid también tiene puerto de mar y un grupo bien simpático de marineros y marineras, así que era de esperar que, más tarde o más temprano, me acabase liando con alguna seguidora del Rayo Vallecano (si he de ser honesto, fue ella la que se lió conmigo, yo había bebido bastante más de la cuenta). Y oye, el Rayo me engancha por todo, pero sobre todo por su grada. Me da igual quién vista esa camiseta, siempre he pensado que quien de verdad defiende la franja no son otros que Bukaneros y, de hecho, cada día estoy más convencido de ello. Es evidente que al palco no se puede mirar, que tienen unas amistades muy raras con rubias peligrosas que ostentan altos cargos en Madrid. La grada, la grada. Lo que más me gusta del Rayo es esa grada, ese estadio, esa gente.
Al final, la chica de Vallecas me abrió mucho los ojos, pero no terminó de aportarme nada nuevo, y la relación permanece cordial, pero ya no es como antes. ¿Por qué? Sencillamente se cruzó en mi camino una asturiana preciosa que me tiene completamente loco. No es la más guapa, no tiene dinero y pasa completamente desapercibida para la mayoría de los humanos, pero es con mucha diferencia la más coherente con lo que piensa y, sin duda alguna, la chica más divertida que he conocido jamás. No recuerdo haber disfrutado nunca tanto de un partido como disfruté viendo fútbol en La Cruz (la verdad es que entre la cerveza y la miopía fútbol, lo que se dice fútbol, vi poco). El UC Ceares es FÚTBOL. Sí, todo en mayúsculas. El Ceares es y representa todo lo que yo le reclamo a este deporte, el Ceares es lo que no voy a encontrarme jamás en Primera División. Un club articulado en torno a sus aficionados, gestionado por y para ellos. El Ceares es un jodido estilo de vida, un ejemplo de fútbol del pueblo, del barrio, de la gente normal. El Ceares es divertidísimo por cercanía y sencillez. El Ceares es fútbol, sí, y además cultura. Es la máxima representación de eso que se dice del Barça de "més que un club".
El Ceares es la hostia, y me tiene loco oigan. Es mi nuevo amor platónico, aunque me pille lejos, aunque nos veamos poco. El Ceares es la chica de la que le hablo a todos mis amigos (aunque a muchos no les guste el fútbol) para que me acompañen a conocerla.
El Ceares es mi nuevo amor. Si fuese Ted Mosby, el Ceares sería la madre de mis hijos. Por mucho que, de vez en cuando, no pueda evitar echar una canita al aire con el Atleti... Sé que, visto lo visto, mi relación con la chica que vivía a orillas del Manzanares está cada día más deteriorada.

sábado, 22 de junio de 2013

El culebrón de todos los veranos.

Llega el verano y, pese a los intentos de FIFA y UEFA de que el fútbol no pare nunca (mundiales, eurocopas, confederaciones, olimpiadas, las categorias inferiores, la copa Danone, amistosos de selecciones, el torneo de Brunete... ¡su reputa madre!), la prensa pasa a ocuparse más de los fichajes que de lo que pasa con el fútbol. Así pues, para vender portadas en verano se habla de todo y se mueve a todo el mundo a todos los equipos. Todos los días. Todos los veranos.
A cualquier periodista normal le pediríamos que contrastase más sus fuentes, que no diese noticias falsas, que no fuese vocero de simples rumores. Al periodista deportivo no. Es más, nos encanta este jueguecito que luego comentamos como marujas en el trabajo y/o en el bar. Que si viene este, que si interesa el otro, que si al final se marcha a no sé dónde, que si uno del Madrid va al Barça y viceversa, que si Miguel Ángel Gil Marín se acuesta con Jorge Mendes el Atleti ficha a otro portugués desconocido... Hasta que te hartas y ya no cuela.
Mucha gente se queja de que programas como Punto Pelota (Intereconomía TV) o Futboleros (Marca TV) han convertido el fútbol en una especie de Sálvame (Telecinco), pero yo creo que esta transformación de la prensa deportiva en prensa rosa para machotes empezó hace mucho, para mí empezó cuando Marca anunció que el Atlético de Madrid fichaba al 'Piojo' López del Valencia poniendo en portada una foto del jugador con la rojiblanca, pero me juego el cuello a que cualquiera que lea esto y sea de un equipo tendrá un recuerdo parecido. Y así, culebrones todos los veranos. Lo dicho, cada vez estoy más harto de este tipo de paridas que en mi opinión sirven como triste distracción entre Liga y Liga, que al final es lo que terminamos mirando todos los hinchas, como diría Simeone.
Donde esté el fútbol de Tercera...


lunes, 3 de junio de 2013

El descenso, las SAD y otras cosas para llorar.

El descenso.
Esto es un blog personal sobre fútbol, lo dije el primer día y lo mantengo. Así pues, lo que voy a contar es pura opinión y como todas mis opiniones es mía, personal e intransferible. Al lío.
Mallorca, Zaragoza y Deportivo se van al pozo de la Segunda División Liga Adelante. Deportivamente está claro que no han hecho méritos para salvarse y económicamente mucho menos. No obstante, son tres equipos bien distintos en todos los aspectos empezando por sus respectivas aficiones y por sus respectivas historias. ¿Existen aficionados del Mallorca? Por lo visto este fin de semana sí, existen y, a veces, van a su estadio. Existen y, por lo visto este sábado, también han dado guerra a su palco...
Las SAD.
Los tres equipos, ahogadísimos en deudas, ven peligrar su propia existencia y sospecho que los tres lo tienen bastante crudo. Tres SAD en manos de cualquiera menos de quien deben: sus aficionados. No obstante, en los casos de Mallorca y Zaragoza el descontento de la afición con sus... ¿dueños? ¿dirigentes? ¿poseedores? fue más que notable. La situación en la capital maña es mucho más que tensa desde hace mucho y viéndolo desde la orilla del Manzanares desde donde yo lo miro todo, da hasta envidia. Esta gente se ha levantado contra Agapito Iglesias y no parece que vayan a parar hasta conseguir mandarle lo más lejos posible de Aragón, pero el problema va a ser el mismo de siempre, y es que el club estará en manos de otro accionista más o menos cabrón, pero nunca volverá a ser de los que van a la grada a dejarse el alma (podéis leer un artículo muy interesante publicado en Los Ideales del Gol al respecto).
No me queda más que desearles toda la suerte del mundo en esta empresa. Fuera Agapito y todos los que son como él. Que nos devuelvan el fútbol. YA.
Otras cosas para llorar.
Se retira Don Juan Carlos Valerón.
Si creen que esto no es para llorar, véanle marcando goles y recuerden que se le daba mejor jugar al fútbol y dar asistencias que rematarlas. Un superclase.


miércoles, 29 de mayo de 2013

Lo que pienso del fútbol.

"Estoy convencido de que la afición de una persona a un equipo determinado dice mucho de sí misma"
(Lo dice mi amigo @Vicent1c0 aquí mismo).

Me satura muchísimo escuchar siempre la cantinela de que los aficionados al fútbol somos borregos anestesiados sin ningún tipo de conciencia social. Además de ser un tópico manido en exceso es una descomunal mentira y ejemplos no me faltan: la grada de Bukaneros es uno de los mayores ejemplos de compromiso y lucha social que conozco, pero si pensáis que la grada de la ADRV es un ejemplo aislado podéis acercaros a la tercera división (sí, curiosamente, existe vida más allá de la Liga BBVA) para ver al UC Ceares y sus jornadas culturales o leer. Sí, leer, hay literatura sobre el fútbol que realmente merece la pena más allá de las memeces que escriben los mismos juntaletras de As, Sport o Marca. Por ejemplo 'Fiebre en las gradas' ('Fever Pitch', Nick Hornby. 1993) o 'Futbolistas de izquierdas' (Id. Quique Peinado. 2013).

Es obvio que las millonadas que mueve el fútbol con la que está cayendo  -y cuando no caía- resultan ofensivas y parecen directamente incompatibles con defender ideas anticapitalista, pero lo cortés no quita lo valiente. Además me parece un argumento tan estúpido como no ir al cine por el dineral que cuesta grabar una película. Que el fútbol se haya mercantilizado hasta estos niveles es, en parte, culpa de los aficionados que lo hemos permitido. Básicamente nos han robado un entretenimiento que era del pueblo y se jugaba para el pueblo y lo han convertido en una cuestión de Estado. Y ahí sí hay una ingente masa de ¿personas? cuya máxima preocupación vital es que Mourinho se vaya a seguir ganando dinero lejos de Chamartín sin importarle que sus hijos no vayan a tener una educación pública de calidad. ¿Todos los aficionados al fútbol somos de esta calaña? No, por supuesto que no.

Decía que nos han robado el fútbol y a eso quiero volver. No hablo ya del precio de las entradas para ver un partido de Primera División (pregunten en Getafe al respecto), ni de que las camisetas de tu equipo cuesten un riñón. Hablo de que lo han sobredimensionado todo para alejarlo de los pobres mortales. Los aficionados cada vez pintamos menos en nuestros respectivos clubes, nos han convertido en meros consumidores, en clientes tontos que nunca tienen la razón. Paga tu abono, paga tu entrada, ven al campo y no molestes mucho. Damos la vida domingo a domingo por nuestro equipo, pagamos los viajes de nuestros bolsillos, nos vamos a la otra parte del mundo a animar si es necesario, llevamos un escudo en el corazón y lo paseamos con orgullo por todo el mundo, pero no le importamos absolutamente a nadie. Y, además, somos unos apestados sociales absolutamente incomprendidos. Pero nos da igual.
El corazón tiene razones que la razón no entiende. Ser de verdad de un equipo es una forma de pasión que todos esos que nos miran por encima del hombro no van a poder entender porque no existe comparación posible. Cuando el balón besa la red se alcanza un éxtasis difícilmente descriptible. El corazón bombea más y más fuerte que en una situación normal, eso seguro.

Lo que para mí significa el fútbol. Aquel gol de Miranda.
No es la primera vez que en un mal momento anímico aparece el Atleti y me rescata (sí, soy del Atleti y muy de izquierdas, son dos defectos como cualquier otro). Así, sin esforzarme demasiado, me acuerdo de la remontada al Schalke 04 en la previa de Champions o el partido contra el Sevilla en casa de esta misma temporada. Y la final de Copa.
Nací en 1985 y pertenezco a una generación que ha crecido a la sombra del 'pupas'. Yo he visto a un Atleti que nada tenía que ver con aquel equipo glorioso que se paseaba por los campos de toda Europa entre los 60 y los 80. Salvo el Doblete de la 95/96, he visto al Atleti hacer muy pocas cosas gloriosas. ¡He visto a mi equipo perder una final de la Intertoto en casa, cojones! Y no hablemos de los dos años en Segunda División. Así que imagínense... Era jodido ir a clase y ver como tus compañeros celebraban Champions mientras tú hacías cuentas para ver si descendías, sabiendo en lo más profundo de tu corazón que hay algo que no funciona, que no puedes integrarte con ellos porque defienden algo que no... Que no. Y así pasaron catorce años sin ganar al eterno rival, penando,insatisfecho  y viendo que no te iba a tocar nunca sentir la gloria. Pero es que marcó Miranda y...
Creo que pocas veces en mi vida he tenido una mezcla de sensaciones tan extraña. Solté toda la rabia que llevaba dentro, me tumbé en el suelo, lloré, grité, me alegré, me acojoné ante la opción de que nos empatasen el partido, me volví a alegrar, se me paró el corazón el tiempo suficiente como para asustarme, pensé en dejar de fumar, me alegré otra vez, volví a llorar, me acordé de mi abuelo, grité aún más fuerte, pensé en mi sobrina, y vinieron a mi mente las caras de todos esos madridistas que me han estado tocando los cojones durante estos años. Y todo esto en un plazo de no más de quince segundos.
Y entonces todo pareció ser diferente. Creo que, anímicamente, fue un bofetón (sigo diciendo que, después del nacimiento de mi sobrina, este ha sido el día más feliz de mi vida) descomunal que me catapultó hacia lo más alto. Desde ese día me siento capaz de absolutamente todo y sé que es completamente estúpido, sé que en la vida he conseguido un montón de cosas por mí mismo que nada han tenido que ver con el Atleti, sé que es ajeno a mí, que a nadie de ese club le importo, sé que es una soplapollez suprema. Pero es inevitable. Estoy convencido de que este año todo va a ir bien porque el Atleti ha roto con todo lo establecido y ha dado un puñetazo en la mesa. Y por eso me gusta tanto el fútbol.

¿Es negativo sentir esta clase de cosas? Parece ser que sí. A la mayoría de mis amigos no les gusta el fútbol y casi todos me miraban raro cuando me pasé los tres días siguientes alternando camisetas rojiblancas. "Pero tú que eres tan rojazo ¿cómo puedes ser del Atleti?" me decían. Qué carajo voy a responderles... Es por estas cosas por las que me gusta el fútbol.
Esto es lo que pienso del fútbol. Y más o menos en esta línea va a ir este blog. Sean bienvenidos a este circo de lo absurdo*.









(Esta entrada se ha escrito escuchando esta ristra de canciones... Fernando Madina, vocalista de Reincidentes, es otro declarado seguidor del Atleti)

*Esto lo cantaban los Barricada en Sean Bienvenidos.