martes, 1 de octubre de 2013

En Simeone confío.

"No tempo por las molestias de Godín y Courtois, estos muchachos irían al frente con cucharillas de plástico".

(Lo ha dicho Germán el Mono Burgos poco antes de empezar el partido.)



El Atleti lo ha vuelto a hacer. En otro de esos días para olvidar en lo personal ha aparecido el Cholo Simeone para tirar de mi carro (que no, no me lo robaron) y sacarme del ostracismo, el aburrimiento y la tristeza.
A estas alturas aún me duele la garganta de celebrar el gol de Arda y no paro de acordarme insistentemente en mi gurú espiritual y en esa biblia que es para mí Fiebre en las gradas. ¿Es posible que si al Atleti le va bien, a mí me vaya bien? ¿Es posible lo contrario? ¿Es normal que un día que ha ido de culo desde bien temprano haya terminado medio bien igual que el puñetero partido? ¿Está todo relacionado? ¿Hasta cuándo va a durar esto?
Yo quería desengancharme del Atleti, de verdad. La salida de Falcao, lo poco que me han gustado los refuerzos y los chanchullos de Cerezo y sus áticos estaban a punto de colmar el vaso de mi paciencia. Y entonces apareció otra vez el argentino vestido de negro, engominado hacia atrás (creo que Simeone es el único tipo en el mundo capaz de peinarse así y caerme simpático) repitiendo ese mantra del 'partido a partido' ("día a día" me digo yo por las mañanas mientras me tomo un café barato y miro los números rojos de mi cuenta corriente) para cogerme de la mano y auparme otro poquito. El sábado vencimos a los vecinos en su casa, hoy al Oporto también fuera. No sé cuánto va a durar esto, pero últimamente solo me llevo alegrías cuando me arrimo al escudo rojiblanco.